Quiasmos

Bienvenido Navegante:
Me gustaría poder tener una relación dialéctica con todos los que pasen por este blog, poder compartir saberes, poder crear conocimiento en el proceso.
Las entradas siempre están relacionadas con lecturas que realizo, por tanto, los temas son variados. Será un gusto entablar un diálogo de saberes.
Saludos querido navegante de la red.

viernes, 24 de abril de 2020


Esta calavera significa peligro

Paul Ricoeur señaló la importancia del proceso dialógico en la interpretación de los textos, para ello precisó la importancia de considerar que cuando leemos de lo que nos estamos apropiando en este proceso es de una proposición de mundo; en ese sentido van las disertaciones de Paulo Freire en La importancia del acto de leer, y me parece no sólo acertado, sino también sumamente revelador, puesto que la mayoría ceñimos el acto de leer, y por tanto de alfabetizar, a simplemente pasar los ojos por las letras, descodificar los sintagmas, y sí, es parte del proceso, pero magistralmente Freire señala que no se agota ahí, sino que “se anticipa y se prologa en la inteligencia del mundo”.

Lecturas críticas, lecturas globales, pensamiento narrativo, distintos teóricos apuntan a la necesidad de supeditar nuestras lecturas a los contextos, ya que sólo así podremos salvar la polisemia de esta práctica, y no es que la polisemia sea mala, pero si puede dar pie a malos entendidos, y personalmente creo que la finalidad de conocer una proposición de mundo, leer el mundo de otro, es para entendernos un tanto más.

El acto de leer en mi experiencia existencial comenzó cuando al escuchar el canto de los pájaros en al patio de mi casa, sabía si eran cenzontles, tucanes o chachalacas, cuando el canto de las chicharras al medio día anunciaban que la hora de tomar pozol había llegado, el ladrido de “pollo” señalando que alguien tocaba el portón, el voceo del pavo real despidiendo la tarde, el grillar de los grillos que anunciaban la luna.

Estos sonidos tenían un significado para mí, esta fue la forma en que empecé a interpretar el mundo, que también era la forma en que mis padres lo interpretaban, ellos nunca me enseñaron cómo leer una grafía, sin embargo me legaron su concepción del mundo, el significado de poner el dedo pulgar sobre el índice, por qué era necesario llevarlos antes de dormir y después de despertar, de la frente al ombligo, del ombligo al pecho izquierdo, del pecho izquierdo al pecho derecho, y del pecho derecho a los labios, donde finalmente se daba un beso a esta unión que formaba una cruz.

De ellos también aprendí a leer las hojas de los árboles, sus aromas, formas, colores, para determinar si eran frutales, florales, y por tanto, si debían o no ocupar un espacio en la tierra. No asistí al kinder, así que mis primeros encuentros con el texto escrito fueron a los seis años, aprendí a decodificar los sintagmas en la escuela primaria, y encontré el sentido de éstos en las liturgias de la iglesia, en la necesidad de pertenecer a los círculos bíblicos que organizaban mis padres; mi formación en el catecismo se dio a la par de la escuela primaria, por ello no fue fortuito que a mitad del ciclo escolar supiera leer fluidamente.

Mi práctica lectora se gestó en el ceno de la religión, llegué a ser lector del obispo, afortunadamente la iglesia no da campo a las interpretaciones, así que mi casi perfecta participación eucarística, se vio truncada cuando empecé a cuestionar muchas de las acciones que en nombre de la religión se gestaban, pero que se alejaban de la palabra del señor, claro todo era una cuestión polisémica, supongo.

Otro de los episodios relevantes de mi andar fue la universidad, en la licenciatura fue la primera vez que empecé a escribir cabalmente, mis actos de escritura se reducían a escribir mi nombre, tenía siete años, en todas las superficies prístinas habidas de la casa, y hasta la preparatoria, a transcribir textos, información de Internet; aunque nunca aprendí las reglas ortográficas, hoy día puedo jactarme de, no escribir bien, pero cuando menos de no hacerlo tan pior. Aprendí a escribir leyendo, cuando aprehendí esta práctica mis lecturas solían ser una búsqueda de cómo utilizar tal o cual palabra, de palabras nuevas cuyo significado se explicaba en el contexto de las obras, fue un momento álgido que resignificó mi práctica lecto-escritora.

Leer no se limita a conocer el significado de los vocablos, a hilar sílabas, para formar palabras, sino a significar un hecho dentro de una realidad, cuando comprendemos la lectura resignificamos estas proposiciones de mundo, al tiempo que resignificamos nuestras propias realidades, no se lee sólo lo escrito, sino todo lo que nos rodea, aprendemos del mundo, con el mundo, leemos imágenes, olores, sonidos, por ello acciones tan sencillas como enseñar a alguien que una calavera dibujada en un frasco significa peligro, también es una forma de alfabetizar.


Saludos, espero todos entendamos la referencia :D

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